Fuente: EFDEPORTES, por Rodrigo Daskal.
Los clubes de fútbol, generados a partir de la sociedad civil, son instituciones que han logrado recorrer un camino de más de cien años y permanecer plenamente vigentes a pesar de transformaciones, crisis específicas y de las eventualidades deportivas mismas. Se trata de un modelo que ha sufrido cambios y ha sido escenario de disputas y conflictos; ha tenido momentos de flujo y otros de reflujo. River Plate fue y es, por historia, dimensión y características constitutivas, ejemplo paradigmático de los mismos por su faceta futbolística pero también, en tanto capital social de una comunidad. En ese sentido, en un trabajo que resumimos aquí, hemos rastreado en las Memorias y Balances del club desde 1909 a 1923 los diversos modos de sociabilidad que se fueron conformando a partir de las relaciones sociales que supone la conformación de un club, intentando ver los modos en que los asociados, en su accionar, producen y son parte de ese capital social.
Como enfoque principal, podemos afirmar que en el caso de River Plate parecieran confluir tres lógicas de acción cruzadas aunque no necesariamente contradictorias, a veces más o menos excluyentes y preponderantes. Es claro que la actividad principal es el fútbol y que el mismo, en tanto juego, espectáculo y teatro de identidades, tiene su lógica propia que, en buena medida, se explica por los mecanismos del fútbol mismo. A su vez, existen otras dos visiones: la financiera-contable, donde son importantes las “cuentas ordenadas” y los beneficios materiales, y la que llamaremos de carácter “social” o “dimensión social”. En este tercer punto es posible observar la existencia de una lógica guiada no necesariamente por los objetivos de tipo futbolísticos o beneficios económicos o monetarios, y que se expresa de diversas maneras: desde actividades de beneficencia en el propio mundo del fútbol o hacia otros sectores de la sociedad, hasta distintos tipos de festejos y agasajos, como pueden ser intercambios de honores con otras instituciones similares.
Desde la primera Memoria y Balance de 1909 es posible observar las tres lógicas mencionadas, las que, con altas y bajas, recorren la historia del club River Plate hasta nuestros días. Aun en un contexto de dificultades económicas, vemos ya en 1909 actividades de este tipo que los simpatizantes del club realizan, como lo son un festival en el Teatro Olimpia a beneficio de la institución y dos partidos en el que River participa con fines de beneficencia en favor de otros dos clubes. Más destacado aún resulta el hecho de que, con la intención de “fomentar el deporte” y en una clara muestra de la conciencia del rol que tenían los clubes dentro de la sociedad, River Plate “cedió desinteresadamente el field a la Compañía de Archivistas y varios colegios particulares para que practiquen football”. Es importante tener en cuenta que lo que se prestaba era la única cancha de juego que el club poseía, la cual además “hubo necesidad de nivelarla para colocarla en condiciones aceptables, trabajo que gravó nuestro tesoro en $540,75”.
En 1915, el fútbol y la economía se observan como dimensiones centrales, pero entrelazados y apuntalados por el “esfuerzo noble y desinteresado de un número de socios cuyos nombres no es necesario mencionar, quienes facilitaron al club los recursos que sirvieron como base para llevar a feliz término la obra iniciada”. Sin dejar de reconocer que el fútbol es la actividad principal, el párrafo da cuenta de dos procesos que se encuentran en sus inicios simultáneamente: el aumento de la masa de asociados y la existencia de una demanda y/o espacio de reunión que excede al fútbol mismo. El comportamiento de la masa societaria de River observa una lógica tendencia creciente: de 475 socios en 1914 pasa a 1.645 en 1918, existiendo en 1914 ya la división entre socios activos, socias y socios cadetes. En ese año las mujeres representaban más del 10% de la masa de socios y numéricamente, más que los cadetes. Podemos arriesgar que el pico de asociados en los primeros veinte años de existencia del club dado en 1918 tiene su explicación también, en la gran cantidad de cadetes, que representan poco menos de un tercio de los socios del club (no hay datos de socias), lo que muestra la gran cantidad de juventud que ingresaba. Hacia 1923 junto al desempeño del primer equipo de fútbol y con la mudanza a Palermo, River volverá a dar un salto fuerte en su cantidad de socios, que pasa de 3493 en 1922 a 5002 en 1923. Pesa allí, la decisión de alquilar un terreno para construir un nuevo estadio y un campo de deportes para diversas disciplinas; a fin de solventar los gastos, la Comisión Directiva apela al apoyo de los socios y emite 5.000 acciones al valor de 10 pesos cada una, amortizables por sorteos y que pagaban el 4% de interés. Al finalizar el año habían suscripto 2.631 acciones, “por lo que con un poco más de buena voluntad de parte de nuestros asociados, fácilmente cubriremos el total de las acciones emitidas”. Bien podría pensarse que en 1923 River Plate se convierte en un club social, entendiendo esto como la cristalización de un proceso ya existente pero aún tenue; en ese año por primera vez los ingresos monetarios de club provenientes de las cuotas sociales ($56.087,50) superan a los generados por el fútbol ($48.419,11).
La existencia de una sociabilidad interna también puede verse reflejada en el desarrollo de ciertos espacios físicos; hablar de infraestructura para un club de fútbol de la época y en sus inicios es hablar principalmente, de su terreno de juego, porque también, la gran mayoría de ellos desarrolló sus actividades extrafutbolísticas alrededor del mismo. En 1915, el club contaba con dos canchas de bochas y un espacio dedicado al juego del sapo, la gimnasia se implanta como actividad tempranamente y ese año se organiza el primer torneo de fútbol interno para socios con una subcomisión creada a tal fin, en el que triunfa el team Veteranos. En 1918, comienza a desarrollarse el básquet, al que se destina un presupuesto, así como al juego de bochas y a otras actividades atléticas, pero en 1925 son ya once la cantidad de actividades que los socios practican, incluyendo tenis y natación. También, en 1916 se constituye un primer ámbito formal de encuentro, como lo es un buffet, para “…ofrecer a nuestros asociados un local de reunión en confortables condiciones”. Como excepción, ese año se instala un palomar mensajero, típico divertimento de los jóvenes de la época, y que se utilizaba en este caso para difundir el resultado de los partidos.
En esta primera etapa de vida de club vemos actividades de tipo social -festivales, bailes, rifas, encuentros como el “té danzante”- que tienen un doble objetivo: por un lado la camaradería y el encuentro entre los socios, la posibilidad de tejer relaciones sociales, y por el otro, también son utilizadas como medio de recaudación de fondos para la institución y para fines específicos de la misma. También, se generan vínculos con otras instituciones bajo la forma de la cesión del campo de juego a colegios y clubes, las relaciones de amistad como por ejemplo River Plate de Montevideo o los actos de beneficencia: en 1915 se realizan partidos a beneficio de la Cruz Roja Italiana, del Comité de Reservistas Italianos, de la Sociedad José Verdi y de los Bomberos Voluntarios de La Boca.
Todas estas características irán ampliándose y desarrollándose con el paso de los años, reforzando la idea de que estas actividades que emprende el club se rigen principalmente, por la lógica de la sociabilidad. Los primeros años de vida de River Plate son un período vital del club ya que en él comienzan a cristalizarse y a organizarse sus cimientos. Particularmente, la dimensión social surge tempranamente y se va desarrollando con el paso de los años y al compás de los desplazamientos territoriales del club. Por la cantidad y calidad de las actividades que se realizan, en esta primera etapa se presenta como más fuerte la que hemos llamado sociabilidad externa y que implica también, en términos monetarios, una muy fuerte erogación por parte del club. Se observan a la vez, muy sólidos lazos de amistad y camaradería con otros clubes, con otras instituciones sociales y con personas físicas. En relación a la sociabilidad interna, las actividades de tipo social y cultural están todavía poco amalgamadas y sin institucionalización formal dentro del club, con preponderancia de las exclusivamente sociales por sobre las culturales, que casi no aparecen. Finalmente, la actividad deportiva no futbolística tiene una débil pero ya incipiente presencia, como indicio de una tendencia a aumentar que se consolidará posteriormente.
Sin duda, es hacia 1923 cuando River Plate da un paso vital a la hora de complejizar y modificar ese objetivo original de jugar al fútbol y pasa a convertirse también, en un club social y cultural. Este proceso está signado por la idea de que el club, encarnado en su masa societaria, fue “creando” su propia demanda, ya que los mismos socios del club eran quienes exigían y se imponían a sí mismos –es decir, “al club”– avanzar en esa dirección. Pues si bien el traslado a Alvear y Tagle es producto de la necesidad de un nuevo estadio, la concreción a su alrededor de una serie de servicios y actividades más allá del fútbol son muestra de la existencia de esos deseos y necesidades, de los cuales también, como hemos visto, existen indicios muy tempranos.