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El falso ocho carioca

El recuerdo de uno de los futbolistas brasileros que vistieron el Manto Sagrado. Su llegada al club por el fútbol espectáculo, un fenómeno de la época.

Por Adrián Dalmasso

El 8 era Moacir”, se llama un cuento de Roberto Fontanarrosa, que evoca el momento en que un grupo de amigos se juntan a la hora del vermut en un bar y charlan sobre bueyes perdidos, en este caso, recordando formaciones de viejos equipos.

Y en ese 1961 del fútbol espectáculo, el 8 de River era Moacir. Llevaba esa camiseta aunque no jugaba de 8, sino que lo ponían como delantero por la derecha. Moacir, Domingo Pérez, Pepillo, Delém y Roberto era el ataque. Todos extranjeros.

Su nombre completo era Moacir Claudino Pinto da Silva. Nacido en San Pablo el 8 de mayo de 1936, tenía 25 años cuando debutó en River, en un juego en el Monumental ante Lanús. Provenía del Flamengo de Río de Janeiro, donde había hecho todas las Inferiores y se había destacado en la Primera. En el rubro negro carioca, jugó 233 partidos y señaló 57 goles.

Y lo del destaque no es verso, porque llegó a integrar el plantel de la Selección de Brasil, junto a Pelé y Zagallo, que ganó el mundial de 1958, aunque no le tocó participar en ningún partido. En ese equipo era el suplente del Lobo Zagallo. En total, en el Scratch jugó siete partidos y anotó dos goles.

Era pequeño, tenía movilidad y muy buena técnica, sobre todo para pegarle al balón, aunque era frío y discontinuo. En River, Moacir tuvo un rendimiento desparejo. Se le recuerda la tarde en que le anotó dos goles a Chacarita, y sobre todo, un legendario chanflazo desde un ángulo cerrado con el que doblegó al Tano Roma en el Superclásico de esa temporada, jugado en el Monumental y que culminó 2-2.

Pero fue demasiado poco como para conformar a hinchas y dirigentes. El equipo de los extranjeros naufragó en su intento de campeonato y luego del fracaso, las figuras foráneas (salvo Delém y Roberto) una a una se fueron lejos de Núñez.

Recaló en Peñarol de Montevideo y luego, en el Everest de Ecuador. Su último club fue Barcelona de Guayaquil donde se retiró a los 40 años. Allí se afincó definitivamente para pasar a formar parte del staff deportivo de esa institución, en donde trabajó muchos años en compañía de varios argentinos, como Miguel Brindisi, Rubén Insua, Salvador Capitano, Jorge Habbeger. Según informes, su situación económica no es buena y para costearse el tratamiento del cáncer de próstata que padece, recibe donativos de gente que lo recuerda bien de sus épocas de esplendor.

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