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¡Que vuelvan los visitantes!

El partido que River le ganó a Platense por la Copa Argentina volvió a demostrar que la vuelta de los visitantes es posible para el fútbol argentino. Dos hinchadas convivieron sin ningún hecho de violencia. El cambio cultural parece consolidare aunque en el próximo superclásico el partido se jugará sin la fiesta millonaria en la tribunas de La Bombonera. Dos socios de River debatieron junto a 1986 el ansiado regreso de la familia a las canchas argentinas.

“Que las nuevas generaciones vivan lo mismo que sentimos nosotros”. 

 

Por Nicolás Jaroslavsky, Periodista – Socio de River. 

“Yo TE SIGO A TODAS PARTES, cada vez te quiero más”. Sale River a la cancha y baja ese canto de la/s tribuna/s… Los jugadores corren hacia el círculo central, se frenan y saludan a la gente, a su gente. La tribuna aplaude a los jugadores que salen a defender sus colores jugando un partido y ellos, a su vez, aplauden a la gente. Que vino a jugar su partido… Estando presente, alentando, poniendo  música y color con sus banderas. Se genera por unos segundos una comunión única, difícil de entender para los que no viven y sienten a River marcado en la piel (imagino que lo mismo sentirán los hinchas de otros equipos). Podríamos ubicar esa escena en el Monumental o en cualquier cancha de la Argentina, en cualquier momento de la historia hasta junio de 2013. Hace ya varios años que esa escena no se repite todos los domingos, que el fútbol argentino perdió su esencia. Uno de sus mayores atractivos, algo que era único para los ojos futboleros del mundo (en todas las canchas de Sudamérica y hasta en algunas de Europa utilizan nuestras canciones adaptadas). Suena paradójico que hoy sea el único fútbol del mundo donde no hay hinchas visitantes. Medida de emergencia tomada por la violencia en la canchas (acá todos tendríamos que hacer una autocrítica y cambiar conductas y formas) que nadie imaginó que quedaría vigente tanto tiempo. Dirigentes cómodos, y en algunos casos; ajenos a la pasión futbolera… Hinchas pasivos, periodistas callados… Vaya a saber uno cuántos factores existieron para llevar ya tantos años sin hinchas visitantes en el fútbol argentino. En el caso de River, fueron nuestros propios dirigentes los que se opusieron a que pudiéramos ir de visitantes en varios partidos.

– Quiero que las nuevas generaciones de riverplatenses vivan lo mismo que vivimos durante muchos años.

– Quiero volver a sentir ese orgullo en el pecho que sentí durante muchos años cada vez que nos tocaba ir a orillas del Riachuelo. Ese era el día del año en el que más hincha de River me sentía.

– Quiero que esa comunión entre hinchas y jugadores se vuelva a repetir. Cuando sale River a la cancha y no está su gente hay algo que falta… Siento que sólo una parte de River está representada.

– Quiero que el YO TE SIGO A TODAS PARTES vuelva a sonar en todas las canchas del país.

¡¡QUIERO QUE VUELVAN LOS VISITANTES!!

Una de las últimas postales que hizo nuestro fotógrafo Fede Peretti en un Superclásico en El Monumental. (29 de octubre de 2012)

“Que le devuelvan al fútbol argentino lo que lo hizo único, admirado y reconocido en todo el mundo”.

 

Por Antonio De la Fuente – Socio de River

¿Qué sería de un club sin el hincha? Una bolsa vacía. El hincha es el alma de los colores. Es el que no se ve, el que se da todo, sin esperar nada. Eso es el hincha… ESO SOY YO”.

Tenía cinco años la primera vez que fui a la cancha. Pasó casi un cuarto de siglo desde esa tarde de octubre en la que Alberto Acosta entró al área, maltrecha por el recital de Michael Jackson, y definió ante la salida del Goyco. El resultado, como tantas otras veces, terminó por ser algo anecdótico en una experiencia que, supe, sería para toda la vida.

Después de ese debut, el único clásico fue la insistencia a Adolfo, mi viejo, para que me llevara a la cancha, que se hizo constante, cada quince días. Cuando logré la regularidad en Núñez, hubo que apretar para poder ir al resto de las canchas de Capital. Otra batalla ganada. Convencerlo para ir al interior fue cuestión de tiempo.

Recuerdo la ansiedad que me provocaba conocer un estadio nuevo. La preparación en la semana para saber por dónde entrar, ubicarnos. La alegría de poder alentar al equipo donde sea, de alimentar una pasión que crecía todas las semanas.

Hay pocas cosas que tengo en claro sobre la vida. Pero, sin dudas, estoy seguro de que me hice fanático de River siguiéndolo a todos lados.

Desde hace ya varios años, los hinchas de equipos de Primera división estamos privados de acompañar a nuestros clubes cuando juegan de visitante. Los del Ascenso, hace  mucho más.

Durante este tiempo, no hemos visto ninguna política pública destinada a modificar aquellas causas que dieron origen a la absurda medida. En una lógica muy primitiva, se prohíbe una actividad por “cuestiones de seguridad”, pero cada vez se está más lejos de trabajar sobre el conflicto.

Esto no es una novedad, ni algo propio de un único Gobierno. Algunos recordarán la ley del 2 x 1, cuando había que medir las banderas que iban a colgarse en el alambrado. La proscripción de los bombos, como si el aliento incitara a la violencia. Y, después, la peor decisión: prohibirnos ir.

Así, los hinchas quedamos presos de una medida que, en teoría, es por nuestro bienestar. Pero somos su primera víctima. Funcionarios que dicen y se desdicen, que opinan y no hacen más que demostrar una falta de planificación absoluta sobre el tema.

Hoy, como muestra de avance, la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte de la Provincia de Buenos Aires (APREVIDE) selecciona, de manera arbitraria, tres partidos por fin de semana para que haya dos hinchadas. Es una medida que podría abrir las puertas al regreso de los visitantes, si fuera trabajada de manera articulada entre los organismos de seguridad de los gobiernos locales y nacionales.

Hay un hecho que los debería alentar. Durante el verano, se disputan torneos amistosos entre clásicos y concurren las dos parcialidades. Lo mismo sucede en la Copa Argentina, cuando incluso dos hinchadas recorren la misma ruta para llegar a la ciudad elegida como sede. No hay registros de grandes incidentes.

Las empresas organizadoras de estos eventos, necesitadas de vender entradas y espacios publicitarios, saben que el “negocio” está en el producto tradicional de nuestro fútbol. Un partido con los colores de los dos equipos. Si una empresa puede organizar la venta de entradas y la seguridad en el estadio, ¿por qué el Estado y los clubes no?

Es hora de que los organismos de seguridad se pongan a trabajar para devolverle al fútbol argentino una parte que siempre lo hizo único, admirado y reconocido en todo el mundo. Para que todos volvamos a hacer lo que más nos gusta, como dijo Discepolín, hace más de sesenta años: “¿Y para qué trabaja uno, si no es para ir los domingos y romperse los pulmones en las tribunas hinchando por un ideal? ¿O es que eso no vale nada?”.

 

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