Editorial

Insuperable

A cinco años de la presentación de Marcelo Gallardo como entrenador de River, la editorial del #78 repasa sus logros. Otra edición para coleccionar y seguir leyendo sobre la gloria eterna.

Gallardo es insuperable. La historia juzgará estas líneas. El devenir de los años dirá si es cierto que el fútbol puede ofrecer sorpresas de superación. Hoy estamos convencidos de lo que escribimos. Gallardo es insuperable porque destruyó en forma transitoria el alma del rival de siempre. Porque se animó a devolverle a River esa mística copera diluida entre tantos años de conquistas locales. El proyecto de Gallardo alcanzó la gloria eterna y llegó a su máximo esplendor cuatro años y medio después de haber comenzado. Gallardo selló a fuego su apellido en el bronce de nuestro club. Impulsó su estilo y logró conquistar dos Copas Libertadores de las cuatro jugadas. Agigantando la última conquista por ganarle la final en forma contundente a Boca, en el Santiago Bernabéu y ante la mirada del mundo.

Gallardo es insuperable porque le hizo saber a todos quién es “el Más Grande de la historia”. Gallardo es insuperable porque torció para siempre la relación con el eterno rival. Porque le ganó la vuelta de la semifinal de la Copa Sudamericana 2014, el partido de ida de los octavos de la Libertadores 2015, porque enfrentó estoico al gas pimienta de la irracionalidad, porque lo goleó en su cancha el día del Bombonerazo (volea del Pity, el gol de Alario y definición del pibe Driussi), porque le hizo dos, apabullándolo en Mendoza obteniendo la Super Copa 2018 y lo vapuleó en Madrid para alzarse con la Copa Libertadores 2018.

“Me siento muy feliz de poder asumir este reto que genera el dirigir uno de los clubes más grandes. Creo que he nacido para los grandes desafíos y no quiero desaprovechar la oportunidad”, dijo Gallardo aquel 6 de junio de 2014, en su primera conferencia, cuando se empezaba a gestar este proyecto arrollador. Gallardo es insuperable por esa convicción que mostró desde el principio. Porque su convencimiento hizo remontar de las cenizas a un club que coqueteó con lo peor. Gallardo es insuperable porque logró romper con todos los preceptos futbolísticos argentinos. Esos que contrastaban entre sí y algunos llaman bilardismo y otros, menotismo.

Con el paso de los años, los mezquinos analistas futbolísticos deberán rendirle un homenaje al pragmatismo gallardiano. Ese esquema de juego que somete al rival, que descubre las falencias ajenas, pero también, hace brillar los talentos propios. Esas estrategias futbolísticas que jamás se ataron a un estilo definido. Gallardo sabe atacar cuando hay que atacar y sabe cuidar el arco cuando las urgencias llaman a la puerta. Gallardo es insuperable por su inteligencia. Esa que le permitió entrar a la gloria eterna desafiando para siempre a la historia millonaria.

*El texto corresponde a la editorial de la edición 78 de Revista 1986. Podés recibirla en tu casa, entrá a la Tienda1986. 

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