Una semilla en China
Por medio de una alianza con una firma deportiva, la Marca River llegó a donde Marco Polo denominó como Catay, para montar una escuela de fútbol del Millonario.
La expansión de la identidad riverplatense es uno de los objetivos que tiene puesta esta dirigencia. Es por eso que por medio de la firma Bofeng Sports se montó la primera escuela de River en China. Son más de 18 mil kilómetros los que separan el Monumental del predio donde realizaron el primer campus, en la localidad de Xiamen. La alianza entre la empresa y el club de Núñez se firmó a mediados de 2018, de la mano de Julián Asensio, quién primero fue Director Deportivo y hoy es el presidente de Bofeng en Argentina, en búsqueda del desarrollo del fútbol infantil. También, fue quien intentó sumar a Javier Mascherano, pero como el exjugador del club está creando su propia escuela en Lincoln y el producto era similar, las negociaciones se diluyeron.
En un campo de deportes de características de primer nivel, con canchas de fútbol en un 90 por ciento sintéticas, el primer curso terminó luego de una semana de trabajos con 20 chicos de entre 8 y 11 años. El segundo, casi duplicó la cantidad de inscriptos, con 35 jóvenes talentos. “El objetivo para el primer año es de encontrar 60 chicos Sub-12 y 30 Sub-14”, afirmó el presidente de la firma sobre el número de jugadores que apuntan formar en la escuela.
Una de las primeras dificultades que enfrenta el proyecto es el idioma. Sin embargo, como afirma Asensio, lo han resuelto contratando traductores que hablan en inglés o español y que hayan jugado aunque sea un año federativamente. “La experiencia es excelente, el fútbol habla un solo idioma, y es el del compañerismo, alegría y placer de aprender y enseñar fundamentos para la vida, como el respeto, salud y amistad”, explicó.
EL PROFE
Instalado hace un tiempo en el mundo oriental, Federico Marino fue convocado para participar como el profesor que coordina la academia. Él está a cargo de las actividades que se llevan a cabo: “Nosotros convivimos durante siete días con un grupo de chicos que venían a participar de una escuela de fútbol y te sorprenden día a día con el hecho de que tienen otras costumbres, otra cultura”. A su vez, marca que además de la enseñanza técnica y táctica, han trabajado y utilizado la misma metodología que se usa en Buenos Aires, con un enfoque en las mismas costumbres argentinas: “En los partidos notamos que no interactúan mucho entre ellos, hacen un gol y no lo festejan. Les enseñamos a vivenciar el fútbol argentino como lo es, una pasión”.
Y la mejor manera de transmitirlo es involucrándose en el juego. Así es como el equipo de trabajo se comprometió a inculcarle las cosas que, como dice el profesor, ellos no las vivieron de chicos. Porque en China, a pesar de tener una cultura milenaria, Federico explicó: “El fútbol es algo que por momentos lo ven como extraño, no está aceptado en todos lados. La idea es que se empiece a promover”. Sobre las reacciones de los chinos contó: “Para ellos también, es todo nuevo, entrenar siete días, en doble turno de manera continua es impensado. Se sorprendían que si lloviznaba un poquito se entrenaba igual”.
EL INTERCAMBIO
Fue en mayo de este año que un joven de 15 años se instaló en Buenos Aires para tener una oportunidad en el Más Grande. Lyu Sunhao vive en la pensión de River y contó que sueña con jugar en la Primera y en su Selección Nacional. Tardó un mes en aprender las cosas básicas del fútbol en español: “Pase largo, pase corto, cabezazo y penal”.
Sus compañeros de la categoría 2004, lo apodaron Puka, como el personaje de la serie animada y lo recibieron de la mejor manera, mientras que el joven chino lo toma siempre con una sonrisa. El jugador generó en su país sensación, porque salió en todos los medios. Su padre, quién le inculcó el fútbol, espera por la resolución de los trámites migratorios para poder debutar oficialmente, en el campeonato juvenil. El contrato que firmó es por un año, por lo que Sunaho intentará validar su experiencia anterior vivida el año pasado en la UAI Urquiza.
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