Siempre Ponzio
En medio del presente decisivo que tiene River, un informe de Revista 1986 repasa el destacado rol de Ponzio como capitán. Sus valores de líder. El final de su carrera y los planes del futuro.
Por Facundo Pastor (@facupastor)
Informe: Leandro Vaquila.
Nadie puede dudar que el River de Marcelo Gallardo se coronó como un equipo con mística propia, generoso en lo futbolístico, valiente en todas las canchas (sobre todo de visitante) y ultra competitivo en cada uno de los torneos que afrontó. Quizás por estas cualidades indubitables es que poco a poco se fue convirtiendo como un equipo importante en la historia de River. Dicen los analistas más avesados que “los capitanes suelen parecerse a los equipos que lideran”y este axioma se cumple a la perfección con Leonardo Ponzio, un referente valiente, generoso y competitivo. Un espejo del equipo que capitanea.
Leo es un volante de esos que dejan todo dentro de la cancha, pero también, es un deportista a prueba de especulaciones mediocres fuera de un campo de juego. Por eso es que lentamente, se fue convirtiendo en el capitán de este River, hasta conseguir que la gente coree su apellido cada vez que sale a recorrer el hermoso césped del Monumental. Ponzio aprendió en el final de su carrera a transmitir valores personales y poder lograr empatía con sus compañeros y con el hincha de River que le reconoce ser uno de los pocos jugadores aprobados en las buenas y en las malas.
Son pocos los que conocen que Ponzio recorre las calles de su pueblo natal, Las Rosas, en Santa Fe sin exigir alfombras rojas ni privilegios. Es ahí en su tierra y mezclado con sus amigos y vecinos donde aprendió de chico a forjar una personalidad a prueba de bala, donde comenzó a recorrer una carrera exitosa que tiene impronta de humildad y compromiso. Pateando en el club de sus pagos fue que decidió que lo suyo iba a ser el fútbol. Los primeros toquecitos los dio en el Club Atlético Williams Kemmis, fundado el viernes 2 de mayo de 1930. Su camiseta es muy similar a la de Nueva Chicago: colores verdes y negros. Allí, entre la tranquildad del campo es que todos recuerdan sus gestos de grandeza para con la institución que lo vio nacer. Pocos saben el motivo que, aún hoy, sigue generando tanta gratitud hacia él. Un Ponzio ya consagrado donó dinero para que el club pudiera encarar una reconstrucción. Fue así que se logró terminar un importante gimnasio del que muchos pibes jóvenes disfrutan. Desde la comisión directiva del club no dudaron y pronto respondieron con un hermoso gesto: inscribieron el nombre de Leo en una de las plateas principales del estadio del Kemmis. Cuentan los lugareños que el día que Ponzio se sentó en esa platea sintió cierto pudor AL posar para los medios locales al lado del cartel que lo menciona. Cosas de líder indiscutido que aprendió a penetrar en el corazón de su pueblo natal, algo similar a lo que hoy sucede con su otro pueblo, el millonario.Porqueaún sin haber nacido en las entrañas del club de Núñez, los hinchas ya le reservaron un lugar en la historia reciente.
Leo y las crisis
Ponzio siempre demostró estirpe de buen líder y mucho más en los momentos más críticos de los equipos para lo que jugó. Es un jugador que prefiere mostrarse más dentro de la cancha que exponerse ante los medios. Pero cada vez que le toca poner la cara fuera de la cancha, deja frases y pensamientos que emulan la radiografía de líder.
“Mi ejemplo era mi viejo trabajando, no mi viejo esperándome en la tribuna para ver si llegaba a Primera. Y me he encontrado miles de padres y madres que llevan a sus hijos al club y te cuentan: “Venimos a River para que entrene mi hijo”. Y lo primero que les digo es ‘Déjelo disfrutar’. Y la respuesta es casi siempre la misma: “Llevo invertida gran parte de mi vida con esto”. Y el pibe tiene seis u ocho años… La carga que le meten. Es una locura. Por eso, insisto en que lo principal para el jugador es la familia y tener un representante al lado que entienda las mismas cosas que vos”, declaró en un excelente entrevista del Suplemento Enganche del diario Página 12.
Leo aprendió a moverse en la mala en su segundo paso por Europa. Basta con ver su trayectoria para entender cómo fue forjando su coraza de superhombre. En España, en su segunda etapa en el Zaragoza, a fines de 2008 cuando se había ido de River para vestir los colores del León Rampante, tuvo que poner el pecho en el peor momento. Y ese esfuerzo que ya es su marca registrada, le devolvió sus frutos con la alegría de poner al club de la Romareda otra vez en la Primera división del fútbol español. Ese vía crucis de la B parecía no poder con un Leo que siempre recuerda ese partido final como una gran prueba contra el destino de una carrera plagada de momentos turbulentos. Aquel 13 de junio de 2009, el Zaragoza vencía 3-1 al Córdoba y lograba asegurarse el retorno a la máxima categoría. Esa tarde, Ponzio marcó un gol decisivo para volver a soñar con un relanzamiento de su carrera. Después, la historia es más conocida. Su vuelta a River en el peor momento institucional donde también fue clave su temple hacia adentro de un plantel diezmado, y más tarde llegaría la crisis con Ramón Díaz que lo apartaría de la titularidad por varios partidos.
Ponzio ve el futuro como un camino cercano. Hace algunos meses declaró: “Lo que le hicieron a Fernando (Cavenaghi) y lo que él brinda para el hincha fue hermoso. Llenar un Monumental no es fácil. Me encantaría tener una despedida. Después veremos en el momento que se da, cómo uno quiere, pero sería lindo”. Las palabras anticipan mejor lo que viene. Ponzio sabe, mejor que nadie, que su carrera entró en una etapa decisiva. Inclusive, fuera de micrófono, se anima a asegurar “que no se ve como un entrenador, pero que tampoco se imagina alejado del fútbol y mucho menos de River”. En esta horas de decisivas del presente de River volvió a sonar la idea de una despedida, de un partido homenaje ante esos miles de hinchas que hoy vuelven a elegirlo como un referente que puede sostener la calma frente a las tempestades y devolverle la alegría a todo el pueblo millonario.
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