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River en tiempos de dictadura

A 44 años del Golpe de Estado cívico-militar del 24 de marzo de 1976, repasamos a través de distintas historias cómo influyó el gobierno de facto en el club y para sus socios. El estadio que pagamos, el dolor de un ídolo y los nombres y números durante la etapa más oscura de nuestro país.

Por Tomás Torres

El 24 de marzo de 1976 empezó la peor de las peores noches de nuestro país. El Golpe de Estado llevado a cabo por las Fuerzas Armadas, con el apoyo de un sector de la sociedad civil, derrocó al frágil gobierno de Isabel Perón y, a punta de fusil, inauguró la dictadura más cruenta de la historia argentina, que terminó en 1983 con 30.000 detenidos-desaparecidos, cientos de bebés apropiados, una guerra que nunca debió suceder y una economía saqueada y colapsada.

A 44 años del llamado Proceso de Reorganización Nacional por aquellos personajes siniestros que tiñeron de sangre cada espacio que habitaron, repasamos a través de distintos ejes cómo se vio afectado River como club social durante los ocho años, desde la presidencia de facto de Jorge Rafael Videla, hasta el retorno a la democracia con Raúl Alfonsín.

ANTES DE LA NOCHE

Fue literalmente de noche cuando comenzó todo, en las primeras horas 24 de marzo, mientras en las cercanías del Monumental todavía se veían algunas luces y se podía percibir un movimiento poco habitual para un martes a esas horas. Es que a las 21 del día 23, River y Portuguesa de Venezuela habían jugado un partido de la primera fase de la Copa Libertadores.

Fue un partido más, de suma intrascendencia. De no haber ocurrido lo que pasó al rato, seguramente nadie recordaría que River le ganó 2-1 a un equipo venezolano, en la calma de un día cualquiera de marzo de 1976.

Nadie imaginó en las tribunas, mientras se deleitaban con el talento del Beto Alonso y las atajadas del Pato Fillol, que más tarde, a las 3:10 de la mañana, un comunicado de la Junta Militar iba a irrumpir en el aire de todas las radios para anunciar que las Fuerzas Armadas habían tomado el poder.

Luego, los militares también confirmarían la suspensión de espectáculos, programas de televisión y transmisiones para todo el día, con una muy especial excepción: el partido entre las selecciones de Argentina y Polonia, a disputarse en el país europeo, se transmitiría con normalidad.

Justo antes y justo después del Golpe, la pelota rodó con su efecto somnífero.

No sería la última vez.

EL DOLOR DE UN ÍDOLO

Uno de los 30.000 detenidos-desaparecidos es un familiar de un grandísimo ídolo de River. El 17 de septiembre de 1976, Néstor Pedernera y su esposa Isidora Dolly Arroyo fueron secuestrados por un grupo de tareas del ejército. A ambos los vieron en el centro clandestino de detención que funcionó en la VII Brigada Aérea de Morón. Era el hijo de Félix Pedernera, un primo muy cercano al enorme Adolfo Pedernera, cerebro de La Máquina. El padre de Néstor murió de angustia a los cuatro meses de la desaparición.

Fuente: Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino.

EL MONUMENTAL Y EL MUNDIAL 78

Cuando se menciona a River y a la dictadura en una misma oración resulta difícil no pensar en el Mundial 78 y la incidencia que tuvo en la vida del club. El Monumental, sede de aquella copa infame, fue el escenario de varios capítulos que perturbaron durante muchísimo tiempo a la masa societaria y a la economía de la institución, incluso por décadas. ¿El motivo principal? La remodelación de un estadio con 40 años de antigüedad en ese entonces. La construcción de la hoy conocida como Sívori Alta fue uno de los cambios más importantes.

Hay algunos nombres que merecen ser destacados en esta historia: Omar Actis, general de brigada y primer presidente del Ente Autárquico Mundial 78, Carlos Lacoste, almirante y vicepresidente del EAM 78, y Antonio Merlo, ex gobernador de facto de Tucumán. Por empezar, los tres tenían algo en común: todos estaban o habían estado vinculados al club. Actis había sido jugador de las inferiores, campeón en 1942 con la Cuarta División y luego colaborador en el departamento de fútbol; Merlo había sido socio; y Lacoste era un hincha más.

En 1976, Actis murió en un atentado y asumió al frente del EAM 78 Lacoste, señalado como el autor intelectual del hecho en el libro “¿Quién mató al general Actis?”, del periodista Eugenio Menéndez. En la Revista River, el periodista Bernabé Cicuta lo despidió como a un “mártir”.

De esta forma, con Lacoste se llevó a cabo la negociación sobre la inversión para remodelar el estadio. En

principio, River se iba a hacer cargo del 53% del total de una obra valuada en $1.727.578.000, pero terminó pagando el 66% de un presupuesto que creció sideralmente hasta $43.783.407.400. A un año del comienzo del Mundial, el presidente de River Rafael Aragón Cabrera hablaba de una situación económica muy delicada. Finalmente, en 1981 el club acordó con el Estado pagar los $28.514.020.511 de deuda contraída en cuotas semestrales hasta el 2001. Cabe destacar que Lacoste jamás entregó los números finales de los costos mundialistas a ningún gobierno.

LA AMENAZA AL PATO

Ubaldo Matildo Fillol, arquero de River y figura del seleccionado en la conquista del mundo, no escapó a la brutalidad de la dictadura. Fue el propio Lacoste, confeso hincha millonario, quien se metió en la renovación de su contrato en 1979. Así lo contó el Pato en una entrevista: “Me citó un día, fui y me dijo: ‘arregle contrato porque…’. Primero sacó la pistola de acá (se señala la cintura) y la puso arriba de la mesa. Dijo: ‘Porque yo si quiero, vos desaparecés en 30 segundos y no te encuentran nunca más’. Yo en ese momento era muy pibe, me reía, obviamente no le tenía miedo a nada. Un día estaba en casa, aparece mi viejo y lo habían golpeado. Era, obviamente, esa banda de hijos de puta, que me estaban presionando para que firme. Todo eso me quedó, me hizo mucho daño”.

SOCIOS DEL DESHONOR

El 14 de octubre de 1978, ya finalizado el Mundial, la comisión directiva de River nombró como socios honorarios a Videla, Massera, Agosti, Merlo y Lacoste, entre otros militares. En 1981, además, se sumaría el presidente de facto Roberto Viola, que ya era socio desde antes de este gesto a la Junta Militar.

En 1997 el secretario del club propuso a la comisión directiva, entonces encabezada por el presidente Alfredo Davicce, la expulsión como socios honorarios de Videla, Agosti y Massera. Ese secretario, que luego sería presidente en 2001, era nada más y nada menos que José Maria Aguilar. En una asamblea del 24 de abril de ese mismo año se aprobó por unanimidad la decisión y River se convirtió en el primer club en tomar una medida semejante, aunque algunos nombres como Viola, Corrado Fraga y Ugarte permanecen en la nómina.

LA VIDA SOCIAL

En el libro “Clubes de fútbol en tiempos de dictadura”, el actual presidente del Museo River, Rodrigo Daskal, remarcó cómo “paradójicamente en los clubes continuó mayormente su vida democrática” durante el Proceso. Sin embargo, en el caso de River, fue una época traumática a nivel social, ya que las obras en el estadio paralizaron la actividad de uno de los clubes con más disciplinas deportivas a nivel latinoamericano.

En 1977 la Asamblea de Representantes ya anunciaba “muy serias dificultades para el normal desarrollo de la actividad societaria”, y muchos deportes debieron trasladarse a otros clubes desde el comienzo de las obras a fines de 1976. Y luego, desde abril de 1978, el club quedó definitivamente cerrado para los socios. Fue recién a dos meses de finalizado el Mundial que fue devuelto el estadio al club.

Mientras tanto, en los compromisos del primer equipo de fútbol, River fue local en la cancha de Huracán, desde diciembre del 76 hasta el 26 de julio de 1978. Como dijo el entonces presidente de la institución: “River recibió todo, pero también dio todo”.

EL NIETO 114

El 5 de agosto de 2014 las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron la aparición del nieto recuperado 114. No era uno más: era el de Estela de Carlotto, la máxima referente de la lucha, e hijo de Laura Estela Carlotto y Oscar Walmir Montoya. Rápidamente se supo que Ignacio Montoya Carlotto era hincha de River, como su abuela y como sus padres. Por eso, desde el club se organizó un homenaje en el Monumental. ¿La paradoja? En la familia que lo crió eran de Boca. La sangre tira.

 

Fuentes: Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino y “Clubes de fútbol en tiempos de dictadura” (editorial UNSAM, 2018, de Rodrigo Daskal).

 

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