Modric, el chico de la guerra
La selección Croata llega por primera vez a la final de un mundial superando las propias expectativas de un país que vive el fútbol de manera muy pasional. La historia familiar de Modric cruzada por el dolor de una guerra. El escape junto a su madre. La muerte de su abuelo.
Por Adrián Dalmasso
Un hombre de edad incierta, bigote, chaqueta y bolso fotográfico, pisa el parquet del estadio Luna Park de Buenos Aires. A su lado, un quinteto de gigantones celebra. Sus líderes, Vlade Divac y Drazen Petrovic se abrazan efusivamente. Acaban de ganar para Yugoslavia el Mundial de Basquetbol de 1990. El intruso es local, se llama Tomas Sakic y agita una bandera tricolor con un escudo cuadriculado en el medio. Es el pabellón de Croacia, una de las seis Repúblicas que conforman su Nación. Cuando Divac se percata, reacciona ofuscado. A la vista de todos arrebata la bandera y la saca de la cancha. Alguien le acerca otra, también tricolor, con una estrella roja en su centro. La Yugoslava. Con ella se une a sus compañeros para el festejo. El incidente pasa desapercibido casi para todos, menos para uno. El propio Drazen Petrovic, Croata como el invasor.
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Luka Modric tenía 6 años cuando su padre dejó casa para ir al Ejército.
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Un documental de ESPN relata la historia de Vlade y Drazen, que no es más que la historia de la desaparición de Yugoslavia. Se llama “Once Brothers” (Una vez hermanos). En él, 20 años luego del incidente, Divac –Serbio- vuelve a Croacia a cerrar una historia, mientras repasa su juventud, el derrotero del equipo (Petrovic, Kukoc, Radja, Paspalj y Divac, todos cracks), su pelea con Drazen y el drama que consumió al que alguna vez fue su país.
Petrovic, para muchos el mejor basquetbolista nacido en Europa, murió en 1993, en un accidente de tránsito. Descansa en Zagreb, Capital de Croacia, independizada por fin a sangre y fuego tras la Guerra de los Balcanes. Divac, fue manager de Sacramento Kings, franquicia NBA, y es el actual Presidente del Comité Olímpico Serbio, tierra en la que es héroe por su defensa nacionalista. Se lo percibe triste por no haber podido recomponer la relación con su amigo. Cada minuto del documental es conmovedor.
Como cualquiera, la guerra es una marca de fuego en el corazón de los croatas. Lo cambió todo. Lo determinó todo. Sus futbolistas la atravesaron lo mejor que pudieron siendo niños. El volante Luka Modric tenía 6 años cuando su padre dejó casa para ir al Ejército. Su abuelo murió bajo el fuego serbio. Él en tanto, huyó con su madre a otra ciudad. El ariete Mario Mandzukic siempre recuerda “En la puerta de casa mataban gente, era demencial”, por eso debió dejar su pueblo para refugiarse en Alemania. El mediocampista Iván Rakitic nació y se crio en el exilio. Sus padres optaron por mudarse a Suiza cuando se olfateaba el desastre por venir. El arquero Danijel Subasik, también tiene su historia con la guerra, pero en este caso vinculada a un drama familiar. Nacido en Zadar, Croacia, pero de origen serbio, su actual esposa sufrió repetidos casos de violencia familiar porque su padre no aceptaba su relación con un “enemigo”.
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Mandzukic: “En la puerta de casa mataban gente, era demencial”.
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Parece mentira entonces que ante semejante nivel de sufrimiento y stress, uno de los principales problemas de la selección balcánica sea el carácter. O mejor dicho, la inestabilidad del mismo. Croacia tiene con que ilusionarse, pero habitualmente apunta más lejos de lo que finalmente acaba alcanzando, y a la hora de las grandes paradas su temperamento, a veces, ha flaqueado. Obvio que una plantilla con Modric, Rakitic, Mandzukic, Perisic, Kovacic, o Lovren impone respeto. Eternos candidatos a la gran sorpresa o al fiasco. Muchas de sus posibilidades dependerán de cómo se levanten.
TÉCNICO: Zlatko Dalic
MUNDIALES: 5
FIGURA: Luka Modric (Real Madrid)
ASPIRACIÓN: 8 mejores.