Febrero de 1986. El uruguayo y la chilena
La historia del mítico gol de Enzo Francescoli a Polonia, con una pirueta fenomenal que será recordada eternamente.
Por Federico Raiman
Era una de esas temporadas plagadas de gente, no cabía un alfiler en la Mar del Plata de febrero de 1986… La Bristol explotaba, El Provincial no tenía más plazas, el puerto, chichilo, la rambla con colas de turistas esperando su turno por la foto con los lobos marinos… todo, todo repleto de gente.
Cargué mi vieja y querida Canon FTB y caminé dos cuadras por La Alem, el olor a las rabas y a los conos de papas fritas no surtieron efecto ya que todavía estaba lleno de las medialunas de Atalaya. ¡Qué bestia! Media docena combinada con un termo de mate que de a poco se fue entibiando, a esas horas, en mi estómago la sensación era la de tener adentro barrabravas enojados tirando piedras para todos lados. Paré un taxi y me fui a hacer mi trabajo…
Me habían enviado a cubrir un amistoso de verano, un amistoso raro. Lo típico hubiera sido un River-Boca, un Racing-Independiente o cualquier otro clásico, pero no, era un River vs. el seleccionado de Polonia del cual no conocía ni la camiseta… Pero jugaba el Enzo y ya con sólo verlo a él valía la pena viajar hasta el gentío de la feliz.
Paré un taxi y al subir le dije al estadio, el taxista se sonríe y me dice: “Ah, vas a ver a River, jajaja hoy las gallinas pierden, pierden por afano, no tienen calidad ni jerarquía para enfrentar a un seleccionado europeo”. El tipo era anti River, nos odiaba, no me quiso decir de que cuadro era pero si que nos detestaba. “Bueno”, le digo yo, “pero tenemos nuestro as de espada Enzo Francescoli”, y me dice casi sobrándome: “¡Ese flacucho! Es de madera, se achica, no tiene buen pie, es muy endeble. Mirá, te lo juro que si hoy hace un gol vendo el tacho y me hago pescador”.
Al llegar al estadio me dijo mientras sintonizaba la radio para escuchar el partido: “Acordate, hoy pierden y por goleada, eh…”
Del partido me quedaron dos imágenes, y eso que pasó de todo. Goles del Beto, de Centurión, se fue expulsado Juanjo Borelli y dos jugadores de Polonia. Los de Europa del este metieron goles, goles de penal, tiro libre y el Príncipe ya había metido dos… Y cuando esto era un empate clavado, a los 3 minutos suplementarios, el Beto manda un tiro libre desde la derecha, y ahí pensé “que se yo, por las dudas enfoco para el arco, capaz que algo pasa y me llevo alguna toma más del partido”. Qué contarles que el cabezón Ruggeri con sus rulos la manda donde el uruguayo manda, el área, y ahí la mata de pecho a espaldas del arco para meter la memorable Chilena que fue a parar el palo derecho del arquero Polaco. ¡Qué golazo, señores! De los mejores de la historia riverplatense. ¿Y quién le pegó? Si, el flacucho ese, el de madera, que se achica, el endeble que no tiene buen pie…
Al salir del partido me quedé haciendo tiempo y no precisamente para comer un chori, todavía seguía lleno. Hice tiempo para ver si tenía la suerte de tomarme el mismo taxi, pero no, nunca apareció… Por eso les cuento, de esa noche me llevo dos imágenes: la del Enzo pegándole en el aire y la de mi imaginación, el tachero con gorrito de lana muriéndose de frío en alta mar pescando en un barquito naranja.
ESTE TEXTO LO PODÉS ENCONTRAR EN LA EDICIÓN N°48 DE REVISTA 1986