El motor de River

Rodrigo Aliendro atraviesa el mejor momento de su carrera al ser indispensable para el funcionamiento de River luego de pelear desde muy abajo durante sus inicios. Jugó en la cuarta categoría del fútbol argentino, trabajó como repartidor de pizzas y vistió por accidente la camiseta de la Selección Argentina

Si él funciona, River funciona. Hoy su presencia es indispensable para el equipo. Atento para cubrir los espacios, independientemente del rol asignado por el técnico, eficiente en la marca, preciso en los pases e inteligente para saber dónde ejercer la presión, Rodrigo Aliendro es el motor del equipo. Gracias a su lectura del juego, es capaz de adaptarse a diferentes sectores dela cancha. Le aportó una solución táctica a Martín Demichelis para acompañar a Enzo Pérez en la recuperación de la pelota, pero también le brinda alternativas ofensivas y, eventualmente, llegada sorpresiva al área rival.

Semejante repertorio causó que se ganara un lugar en la formación habitual y permitió que el reconocimiento que se veía reflejado en las redes sociales pudiera trasladarse de manera masiva a las tribunas del estadio Monumental el 17 de junio pasado, cuando fue unas de las figuras en el triunfo 1-0 contra Defensa y Justicia. Cuando iban 21minutos del segundo tiempo, tras un nuevo quite, el número 29 de River escuchó su apellido reiteradamente, situación que se repitió cuando terminaba el partido: “Alieeendrooo, Alieeendrooo”. Sorprendido por las muestras de afecto, dio a conocer sus sensaciones un rato después: “Estoy muy agradecido, es algo inesperado. Me pone feliz el cariño de la gente. Es un sueño estar en River”.

PASADO EN RIVER

Nacido el 16 de febrero de 1991 en el hospital Materno Infantil Ramón Sardá, perteneciente al barrio porteño de Parque Patricios, Rodrigo Germán Aliendro creció en Merlo, provincia de Buenos Aires. Hijo de Luis y Liliana Nicolás, tiene dos hermanos, Cristian y Daniel. Desde chico empezó a jugar al fútbol de manera recreativa, tal es así que incluso lo hizo en la fundación de Marcelo Gallardo, justamente oriundo de dicha ciudad ubicada en el oeste bonaerense, a 41 kilómetros de Capital Federal. El periodista Diego Borinsky, a través de su cuenta de Instagram (@diegoborinsky), dio a conocer un par de fotos de esa época que le concedió Pablo Palacio, compañero del futuro mediocampista.

Una vez que tomó la decisión de aprovechar sus condiciones, Aliendro se incorporó a River en Infantiles, pero su estadía duró poco tiempo pese a exhibir cualidades para el desequilibrio. El siguiente paso fue en Chacarita Juniors, el club cuyo estadio se encuentra en la localidad de San Martín, a pocas cuadras de la avenida General Paz. Luego estuvo en Argentinos, aunque se marchó cuando tenía edad de Séptima División. Regresó al Tricolor, donde se desempeñaba como extremo derecho principalmente, con habilidad y rapidez, pero ni siquiera esas virtudes lograban que se destacara lo suficiente para ganarse la titularidad en su categoría. Recién pudo conseguirlo cuando estaba en la Quinta, a los 18 años, cuando ya estaba acostumbrado a tomarse tres colectivos para ir a entrenarse. Aun así, la incertidumbre fue moneda corriente porque se acercaba a la edad (21) en la que sí o sí tenían que hacerle su primer contrato profesional para que no quedara libre.

La respuesta esperada llegó antes de que se consumara el plazo mencionado porque Luis Marabotto, el técnico de Chacarita en ese momento, dispuso el debut oficial del “Peti”, su apodo, en un compromiso correspondiente a la Copa Argentina. Ocurrió frente a San Lorenzo el 14 de marzo de 2012, en el estadio Padre Ernesto Martearena, de Salta, donde ingresó a los 38 minutos del segundo tiempo por Gastón Rossi. El empate 1-1 llevó a que el acceso a la próxima ronda se definiera por penales, instancia que el Ciclón ganó por 3-1. Además de ese encuentro del trofeo local, jugó siete veces más, señalando su primer gol como profesional en la siguiente edición de la Copa Argentina: el 21 de noviembre de ese mismo año anotó en el 4-0 sobre Claypole.

A DOMICILIO

Más allá de tener su estreno en Chacarita, Aliendro no halló la continuidad necesaria y el contexto tampoco contribuyó en nada porque el equipo descendió a la B Metropolitana luego de una Promoción para el infarto contra Nueva Chicago. Ante ese escenario adverso, Rodrigo retrocedió una categoría más porque a mediados de 2013 se fue a Ituzaingó, uno de los clubes que hoy integran la tercera divisional, pero que en aquella época actuaba en la Primera C, el cuarto escalón. Titular indiscutido del León, como se conoce al conjunto de la zona oeste del conurbano bonaerense, disputó 32 partidos oficiales y marcó tres goles (el principal fue uno de rabona contra Dock Sud, el 23 de agosto, en un 2-2 como local), aunque su rendimiento destacado no le alcanzó para evitar el descenso a la última categoría.

Como el dinero que ganaba era insuficiente para cubrir sus necesidades, Rodrigo al mismo tiempo consiguió una tarea extrafutbolística: repartía pizzas a domicilio. “Siempre les agradezco a los dueños de la pizzería por el laburo. Fue un momento lindo. Lo disfrutaba, no es que era un trabajo que me costaba. Iba a entrenar a la mañana. A las siete de la tarde, llegaba a la pizzería y me quedaba hasta la medianoche. En ese momento, tenía más tiempo libre y lo aprovechaba para hacer ese trabajo que me ayudó y sirvió mucho para la vida”, confesó, en diálogo con TyC Sports.

Damián Troncoso, el técnico que lo tuvo en Ituzaingó, donde además de Aliendro estaba Andrés Vombergar, uno de los delanteros de San Lorenzo en la actual edición de la Liga Profesional y en ese momento con pasado reciente en las Divisiones Inferiores de River, analizó al mediocampista. “Vino a préstamo de Chacarita con dos jugadores más. Cuando lo vimos jugar, dijimos ‘es cosa seria’. Pasaba a los rivales como si fueran conos”, explicó, en declaraciones a Infobae.