EntrevistasHistorias monumentales

El guía detrás del ídolo

La persona que acompañó y ayudó a Fernando Cavenaghi a convertirse en ídolo del Más Grande. Su relación con una leyenda riverplatense, sus consejos y momentos cúlmines a lo largo de una notable carrera.

Por Leandro Vaquila

El encuentro de Revista 1986 con Néstor Sívori se da en un reconocido restaurant de Recoleta, ubicado en calle Tagle y Avenida del Libertador, a cuadras de la histórica cancha de River en Figueroa Alcorta y Tagle. Casualidad o causalidad de conversar con el hijo de Enrique Omar Sívori, uno de los mejores jugadores del siglo XX, surgido de las Inferiores millonarias y donde también, supo ser DT.

El tema principal del encuentro vuelve a conectar la historia grande del Millonario: su vida junto a Fernando Cavenaghi, el último gran ídolo. Esa relación que comenzó cuando el Cavegol rompía redes en la cantera y tan solo tenía 14 años y una carrera por delante. Ese mismo recorrido que juntos terminaron el 1 de julio de 2017. Porque Sívori también decidió culminar su actividad ligada al fútbol. Muchos son los recuerdos y luego de la emotiva Despedida Monumental, Néstor los convierte en palabras para relatar su viaje de vida junto al Torito de O’Brien. Con quien reconoce tener una relación de padre a hijo, más allá que el destino lo haya etiquetado como su “representante”.

– ¿Cómo conoció a Cavenaghi?

– Lo conocí jugando en Sexta o en Séptima división. Lo vi por primera vez en un partido que hizo tres goles en Inferiores. Ya se veía que era absolutamente diferente a todos. Fue una carrera extraordinaria y pensar que ya se haya terminado suena extraño. Recuerdo el día que hablé con él por primera vez, que le pedí que me pasara los datos de su familia para conversar con ellos. También, la primera vez que vino a la oficina y me empezó a contar cosas suyas. Recuerdo que  hablamos de esta posibilidad de transitar el camino del futbol sin saber cuánto iba a durar. En ese momento yo ya advertí que era un chico diferente al resto. No solo por lo futbolístico, sino por su calidad de persona. Se notaba con solo dialogar, que era un chico de bien. En un mundo donde determinados valores son dejados de lado y subestimados, él siempre le dio prioridad a esa forma de vida. Y eso es para destacar.

– ¿Fue una carrera muy destacada, pero corta?

– Todo pasó rapidísimo. Hoy me parece increíble estar hablando de final de carrera. Y creo que Fernando siente lo mismo. El otro día hablábamos de eso, de la velocidad con la que nos pasaron las cosas. Empezamos su carrera cuando yo recién comenzaba como representante de futbolistas y terminamos juntos porque decidí no trabajar más en la representación de jugadores. Nos propusimos seguir juntos hasta que él armara la despedida. Lo mismo que pasa con Poroto Lux, el único jugador que a mí me queda. Pero realmente las cosas fueron fugacez. Desde el debut en River pasando por Rusia, Francia, las idas y vueltas entre España, Brasil, la vuelta a River por el descenso, la ida de nuevo al exterior, volver para ganar la Copa Libertadores… Pasó a un ritmo vertiginoso.

– Además,  esta carrera tuvo muchos capítulos que podrían ser de una gran novela.

– Es cierto, fue una carrera intensa. Nos pasaron muchas cosas fuertes. Recuerdo la operación del pubis, la intervención en el pie, la cantidad de partidos que le tocó jugar infiltrado porque la situación así lo exigía durante el peor momento de River. Ni qué hablar de aquel problema final de la rodilla que lo venía arrastrando desde hace años por un maldito partido con Toulouse donde se lesionó. Esa lesión sin dudas lo hizo dejar antes de tiempo el fútbol porque la verdad es que Fernando, de haber estado óptimo, tenía un par de años más para seguir metiendo goles. Pero bueno, esto es el fútbol y el fútbol es así.

– Pero vale la pena, también recordar las alegrías, que fueron muchas.

– Claro, por supuesto. Siempre que miro para atrás me alegro básicamente, porque yo lo conocí a Fernando disfrutando del fútbol y lo vi, también, terminar su carrera con una sonrisa, divirtiéndose con sus amigos, con sus ex compañeros.

– ¿Y qué imagina hacia delante?

 (se ríe) Eso se lo tenés que preguntar a él, pero seguramente, le espera otra etapa muy linda.

El ídolo hincha

“Yo soy hincha de River. Todos en mi familia somos hinchas del club a raíz de la historia de mi padre. Aparte, tengo una ligazón muy fuerte, la tribuna local tiene el nombre de él y eso es un enorme orgullo”, relata con pasión mientras se emociona con cada palabra.

– Es inevitable pensar en que el destino unió en su figura a estos ídolos de River: su padre y su representado.

– Es así. El día de la despedida era muy fuerte mirar hacia la tribuna que lleva el nombre de mi padre y encontrarme con una hermosa bandera con la imagen de Fernando.

El mítico Cabezón Sívori falleció en 2005, pero no se fue sin antes marcar al Cavegol, ya sea directa e indirectamente, como contará su primogénito Néstor: Siempre desde que conocí a Fernando, desde que era muy chico, le recordaba una frase que le escuché decir a mi viejo toda su vida. El decía: “Siendo hincha de River, me pagaron muy bien por hacer algo que de todos modos hubiera hecho gratis”. Ese espíritu y sentimiento también guió la carrera de Fernando”. Dentro de esas profundas enseñanzas que la familia Sívori generó en la vida de Cavenaghi, también, se resalta la primera vez que la gloria millonaria conoció al joven delantero.

Hay una anécdota que Fernando recuerda siempre. Fue cuando vino por primera vez a la oficina, se conocieron y se saludaron. Cuando se fue, mi viejo me dijo: “Este chico por cómo camina debe jugar bien”. Y no se confundió.

– ¿Cómo cree que la gente de River lo va a recordar al Cavenaghi jugador?

– Para mí, sin dudas, se terminó la carrera del último gran ídolo de River. Seguramente, aparecerá otro, así lo marca la historia. Pero Fernando es uno de los cuatro únicos futbolistas que tuvieron un partido de despedida en River junto a Alonso, Francescoli y Ortega. Eso te marca el cariño y el amor que le tiene la gente de River. A él, por su manera humilde de ser le cuesta reconocerse como ídolo. Siempre lo hablo con él. Es su carácter, es así. No toma seguramente, debida conciencia de su dimensión en River. El paso del tiempo lo va a ayudar a darse cuenta y entender lo que significa en este club.

 Claro, aquellos días del “infierno” serán seguramente, reconocidos por todos. Siempre.

– Cavenaghi a River le dio todo y River no tiene cuentas pendientes con Fernando, porque fue su casa, su lugar de formación como deportista y persona. Cuando River descendió, yo estaba sufriendo como hincha en casa, viendo el partido solo, donde veo mis partidos de fútbol y cuando terminó el partido me quedé como noqueado. Me preguntaba: ¿Cómo llegamos hasta acá? ¿Cómo puede ser que le pasó esto a River? A los cinco minutos me sonó el teléfono y era Fernando, que me decía que quería rescindir su contrato con los dos clubes (pertenecía al Bordeaux, pero estaba a préstamo en el Inter). Y así fue, me puse a trabajar para poder cumplir con lo que él quería: volver a River.

 

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